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Arquitectos: Oscar Malaspina, Rodrigo Apolaya , Rosa Aguirre
- Área: 480 m²
- Año: 2012
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Fotografías:Frederick Cooper , Melissa Apolaya
Descripción enviada por el equipo del proyecto. La ciudad de Lima experimenta en la actualidad un boom inmobiliario: aproximadamente 40000 viviendas han sido vendidas en los últimos dos años. La velocidad de estos cambios y la alta demanda de vivienda social generó que gran parte de los proyectos se concentraran en maximizar la rentabilidad económica y no en mejorar la vida de las personas a través del replanteamiento y calidad de los espacios diseñados. Aún más, tendencias heredadas que solían definir claramente los espacios entre los apartamentos han derivado hoy en micro espacios sin preocupación sobre la calidad espacial. Consecuencia de esto, si bien en Lima han aumentado las unidades de vivienda por año, no ha ocurrido lo mismo con la creación de nuevas comunidades ni la imaginación de estilos de vida a través de estos proyectos.
En este sentido, el proyecto MQ, un edificio de 4 apartamentos en un terreno de 8m de ancho por 20m de largo, explora estas ideas y toma el desafío de promover un sentido de comunidad dentro del edificio planteando áreas comunes así como áreas multifuncionales entre los apartamentos para evitar la fragmentación de los espacios.
Cada apartamento tiene 84 m² y contiene 2 dormitorios, 2 baños, un estudio, un área de lavandería y un área social que integra cocina, comedor y salón. La estrategia principal fue la articulación de una serie de espacios abiertos y cerrados a lo largo del corredor principal que a la vez alberga funciones secundarias. Este patrón permite: la expansión de la percepción visual a través de diagonales entre los espacios abiertos y la presencia de luz natural y ventilación cruzada en cada habitación.
La fachada del edificio se plantea de manera lúdica y clara, de manera que se muestre las dos funciones que alberga. En el sector de los apartamentos, un espesor de fachada permite albergar jardineras al exterior y baúles al interior y proporciona una profundidad al frontis. En el sector de la circulación vertical,un muro de concreto expuesto cierra el espacio hacia el exterior; y los pasadores del encofrado, de diferentes tamaños, crean una percepción aleatoria a pesar de la racionalidad de su trama funcional.
Los espacios comunes son dos: una generosa área social en semisótano de altura y media que recibe dramáticamente la luz natural de los pozos de luz; y una azotea-terraza que tiene por protagonista una banca que a su vez sirve de límite. Ambos espacios están conectados por un muro rojo que marca las dos zonas sociales tanto como la circulación común. De esta manera la base y el remate del edificio tienen como objetivo reforzar el compartir de los habitantes: un compartir íntimo y cubierto en el área inferior destinada al juego y la celebración; y otro abierto y contemplativo en el área superior en contacto con el cielo y el paisaje circundante de la ciudad y que en un día despejado permite ver el mar de la costa limeña.